TRES EN UNO

Por Gonzalo Guillén
Periodista

PREDICCIONES

Las líneas de la mano negra de Colombia me dejan ver que 2024 será un año, digámoslo así, raro. La raya más larga y profunda indica que la vicefiscal Martha Mancera y un grupo de sus fiscales y narcotraficantes compinches serán extraditados a Estados Unidos, donde delatarán hasta al mico de las Pacheco en busca de rebajas de penas. Una tortuosa línea oblicua me dice que en el segundo semestre Javier Milei, corrido a piedra por la turba argentina, pedirá asilo diplomático en la embajada de Colombia en Buenos Aires arrastrando cuatro perros hidrófobos y 200 maletas. Alex Char, nuevo alcalde de Barranquilla, alcanzará a adjudicar contratos por nueve billones de pesos antes de caer preso y ser confinado en la oscura suite presidencial del Club Militar de Oficiales y sus únicas salidas permitidas serán a la piscina, el bar, la discoteca y el sauna.

PARA

Lanzarán sus precandidaturas presidenciales Polo Polo, Caterine Juvinao, Don Jediondo, Juanita Vacía, Mancuso, Iván Mordisco, Chiquito Malo, John Calzones, Mi Sangre, Martínez Neira, Roy Barreras, Zapateiro, Fernanda Cabal, Rafael Nieto, Day Velásquez, Germán Vargas Lleras, Laura Ojeda, El Hombre Marlboro, el Turco Hilsaca, Marbelle, Faustino Asprilla, Yanmugre, Karen Abudinen, Emilio Tapia, Katerine Miranda, Espriella, Claudia López y El Burro Mocho, entre otros. La última palabra, como siempre, la dará en las urnas el pueblo colombiano, en cuyas manos reside exclusivamente la soberanía nacional, como lo manda nuestra Constitución Política.

2024

Patarroyo no ganará el Nobel de Medicina ni Babas Faciolince el de Literatura, pero sí la Bienal de Poesía de Titiribí y la Medalla al Mérito Cultural de Medellín, que le será entregada por el señor alcalde Fico Gutiérrez. Morirá de una puñalada maleva el Papa Francisco durante una visita a la Argentina y lo sucederá el Padre Chucho, colombiano, quien adoptará el nombre pontificio de William Guillermo I. Rodolfo Hernández caerá preso por volteo de tierras. Se caerá nuevamente el puente de Chirajara, esta vez media hora antes de que pase por ahí el presidente Petro. Se salvará de nuevo gracias a llegar tarde a todas partes y, pasmado, recordará a Julio Flórez: «Todo nos llega tarde, hasta la muerte».   

Cambié de opinión sobre el Estado

Por Santiago Londoño Uribe
Abogado; magister en Derecho Internacional

Me gusta mucho el ejercicio realizado por el periódico El Espectador y sus columnistas llamado «Cambié de opinión».  En un mundo de tribalismos en el que salimos todos los días a defender a muerte el «lado correcto de la historia»,  a  votar por «la última oportunidad de salvar la patria» y a corregir o a aclararles a «miles de incautos, perdidos y engañados» lo equivocados que están, es refrescante ver una actividad que gire alrededor de la autocrítica, la humildad y el reconocimiento de las limitaciones propias. El debate público, lo que queda de él, se mueve cada vez más hacia los extremos sin tratar de entender al otro, su historia y su contexto; se habla duro y con contundencia contra los «otros» para reafirmar posiciones, ganar likes o sumar votos de los «nuestros».

Sea la oportunidad, en esta última columna del 2023 en Un Pasquín, para compartir mi «Cambié de opinión».  

Durante buena parte de mi vida adulta me he dedicado a estudiar, a entender y a trabajar en el Estado. Lo he hecho desde la universidad, desde la rama judicial, desde las corporaciones de elección popular y, finalmente, desde el ejecutivo.  Me interesó siempre comprender y desarrollar las facultades, competencias y poderes de lo público para intervenir y transformar la sociedad. En el camino he obtenido logros emocionantes, cientos de aprendizajes, pero también he cometido errores e injusticias y he tenido desilusiones profundas y dolorosas. Así mismo he conocido gente maravillosa y comprometida y, obviamente, personajes oscuros y macabros. 

También confirmé que el Estado es, bajo ciertas condiciones, un vehículo eficaz para  mejorar  la situación de millones de ciudadanos, para la administración de justicia y para construir condiciones de seguridad y convivencia. No obstante lo anterior, y muy seguramente porque estaba de cabezas en lo estatal, también reconozco que sobredimensioné y romanticé al ente público e ignoré o minimicé la participación y responsabilidad de otros sectores en la construcción de las sociedades y en la solución de sus problemas fundamentales.  

Hoy pienso que la fortaleza de una sociedad no reside única ni principalmente en el Estado que tenga o en la clarividencia y competencia de sus gobernantes, sino en la capacidad de construir relaciones proactivas, respetuosas, colaborativas y estratégicas entre sectores público, privado, social y académico. 

El Estado puede ser un movilizador, un detonador y un aliado estratégico, pero no puede ser ni el único ni el principal responsable de la dirección y el impulso que tome una sociedad. De una parte, es limitado pensar que un Estado pueda en todo momento y en cualquier tema representar sociedades tan plurales, diversas y complejas como en las que vivimos. Por otra, es peligroso depositar en él y en sus funcionarios tanto poder y tanta incidencia en la construcción de futuro.  

Lo he dicho ya en muchas ocasiones: hay temas tan importantes y sensibles en una sociedad que no se pueden conectar cien por ciento a la caprichosa, inestable y siempre cambiante decisión del electorado. Tampoco, para que quede claro, podemos depender exclusivamente de las fuerzas del mercado. El poder de una sociedad y su posibilidad de avanzar, y ahí está mi cambio de opinión, no está en ningún actor sino en el tejido de relaciones, comunicación, acuerdos y colaboración que se logre entre el abanico de actores que la habitan. El Estado no es solo uno y no es homogéneo ni estable ni necesariamente representativo. 

Tengo que reconocer que mi cambio de opinión, por lo menos inicialmente, no ha sido el resultado de una reflexión desapasionada y estructurada o de un balance sesudo sino de una cadena de eventos y situaciones que en buena parte no he controlado directamente. Tomé distancia del Estado no por decisión propia, sino porque los proyectos electorales de los que hice parte perdieron. Perdieron contundentemente, además. Esa distancia me ha ayudado. De seguir gobernando muy seguramente mi opinión no habría cambiado. Uno, finalmente, no es lo que le pasa sino lo que hace con lo que le pasa.  

Hoy me dedico a intentar entender cómo se construye confianza entre los diferentes sectores de la sociedad; a poner en movimiento procesos para romper estereotipos y paradigmas y a lograr tejidos que nos atraviesen y nos conecten.  Aunque tengo ideas y proyectos sobre lo que es una mejor sociedad, renuncié a intentar desarrollarlos por las urnas y hoy me preocupa mucho más construir lo que los teóricos llaman gobernanza.  

Mi cambio de opinión es personal. No pontifico ni busco evangelizar. Claro que no podemos renunciar a elegir buenos gobiernos y gobernantes decentes y eficaces, pero hoy estoy convencido de que hay que trabajar muy duro para que la sociedad no se hunda cuando no lo hacemos. Ante la radicalización y la polarización del debate y ante el todo o nada de las elecciones, elijo tejer confianza con los diferentes en un plano horizontal.  

Un gran 2024 para todos los lectores.   

¿Le daría usted un escaño en el Parlamento a una inteligencia artificial?

Verónica Bolón Canedo
The Conversation España 

En esta era de transformación tecnológica y social, la inteligencia artificial conquista cada vez más tareas hasta ahora reservadas a los humanos. Pero ¿hasta dónde debe llegar? Por ejemplo, ¿le daría usted un escaño en el Parlamento a una inteligencia artificial?

Realizamos esta pregunta a un total de 90 personas en las Jornadas de Divulgación Innovadora D+i, un evento de divulgación celebrado en Zaragoza. El público tenía que contestar «sí» o «no» y aportar una pequeña explicación. Se trataba de un público bastante receptivo con la inteligencia artificial, pero el resultado es bastante concluyente: un 78 % de los que respondieron no se lo otorgarían. Tras la mesa redonda compartida por los autores de este artículo, se les invitó a volver a responder a la misma pregunta. Y parece que el debate generado hizo que algunos asistentes cambiasen su opinión, ya que en la nueva votación 3 de cada 10 personas sí le darían el escaño a la inteligencia artificial (el sí aumentó desde el 22 % original a un 30 %). Realmente, disponer de información puede hacer que modifiquemos nuestra opinión, aunque cambiar de parecer sea una de las cosas más complicadas para el ser humano. 

A continuación, le pedimos a una inteligencia artificial cuantitativa (la versión 4 de ChatGPT) que hiciese un resumen de las opiniones de los participantes. Entre los argumentos a favor de dar un escaño en el Parlamento a una inteligencia artificial destacaba una mayor objetividad y la oferta de una nueva perspectiva del debate político. Sin embargo, la mayor parte de las respuestas, contrarias a otorgarle el escaño, se centraron en los miedos por la falta de desarrollo y los problemas derivados de la manipulación o los sesgos. En resumen, hay dos razones fundamentales para negarle el “derecho al voto” a la inteligencia artificial: la pérdida que supone para el ser humano y la incertidumbre que aún genera la IA. 

El humano ante la IA
Aunque se lleva investigando desde mediados del siglo pasado, el usuario medio supo que se estaba usando la inteligencia artificial hace apenas un año, con el lanzamiento de ChatGPT 3. Y eso es muy poco tiempo para que nos acostumbremos a una herramienta tan poderosa.

De hecho, según un estudio de KPMG, en España únicamente un 8 % de de empresas admiten haber integrado la IA de forma proactiva en los procesos diarios. Y tenemos la percepción de que este porcentaje es menor en el ámbito personal (aunque no tenemos datos que lo corroboren).

La debilidad de la IA
En cuanto a la propia inteligencia artificial, efectivamente esta tecnología está aún muy inmadura para una tarea de tantísima responsabilidad. Ahora mismo se habla de IA débil o estrecha. Esto quiere decir que es muy buena en una tarea concreta, superando incluso a la habilidad humana, como ocurre por ejemplo jugando al ajedrez. Sin embargo, esta inteligencia artificial débil no es capaz de generalizar a otras tareas, como hacemos los humanos –y como hace lo que se conoce como inteligencia artificial fuerte o general–. Por ejemplo, ChatGPT es muy bueno con todo lo relacionado con el lenguaje, pero comete muchos errores si le pedimos operaciones matemáticas simples.

Volvamos a la pregunta del debate: ¿le daría un escaño en el Parlamento a una inteligencia artificial? Es cierto que los seres humanos nos equivocamos y hacemos elecciones basadas en la pasión, en la irracionalidad, nos creemos mentiras o falsas promesas. Y también es verdad que la política no vive su mejor momento ni en España ni el resto de los países de nuestro entorno (según el CIS, es el problema que mayor porcentaje de españoles considera en primer lugar).

Pero, aún así, somos las personas quienes tenemos la capacidad para equivocarnos. Podemos darnos cuenta de los errores e, incluso, volvernos a equivocar. Ésa es la esencia de la libertad que tenemos. Es posible que una inteligencia artificial puede llegar a cometer menos errores (todavía no es así), pero ¿estaríamos dispuestos a sacrificar nuestra capacidad de decidir porque una inteligencia «superior» (que se equivoca menos) pueda beneficiarnos?

Que los políticos la usen
Otra cosa muy diferente sería abogar por que los políticos usasen la inteligencia artificial de manera efectiva para tomar mejores decisiones. Usar de manera correcta la IA hace que las capacidades humanas se potencien, que seamos más productivos y creativos. Eso sí sería un gran avance para la sociedad: tomar conscientemente mejores decisiones apoyados por la tecnología, pero manteniendo el control y la responsabilidad.

La inteligencia artificial se ha ido colando en nuestra vida cotidiana casi sin darnos cuenta. Ya hace más de veinte años que llegó a nuestras casas en forma de aspirador inteligente. Más tarde, hemos confiado a la inteligencia artificial todo tipo de tareas, desde que nos recomiende una película, hasta que envíe un mensaje por nosotros. Al mismo tiempo, hemos sido testigos de impresionantes avances. Se han creado sistemas inteligentes que pueden aprender y dominar juegos complejos como Go y ajedrez. También hemos visto como la inteligencia artificial puede predecir la estructura tridimensional de las proteínas a partir de su secuencia de aminoácidos, una tarea que hace unos años se pensaba que era imposible de resolver. Nos vamos acostumbrado a ella. En el camino, si llega al Parlamento, está en nuestras manos que lo haga para ayudarnos.   

Artículo publicado originalmente en The Conversation España

Para dónde va Ucrania

Por Mario Quadros, Jr.
Ingeniero civil

En la conferencia de prensa del 14 de diciembre, de cuatro horas,  con 600 periodistas de todo el mundo, docenas de ellos occidentales, Vladimir Putin expuso su visión sobre el rumbo del conflicto de Ucrania y la posición de Rusia.  Mostró con serenidad, confianza el poder militar, político y económico del país.

Repasando hoy el estado del conflicto con Ucrania –el tema más importante de la conferencia–, podemos decir que la única solución planteada por EE.UU. y Europa, frente  a la difícil situación de Ucrania, es seguir enviando más plata de los contribuyentes y postergando la segura capitulación de este país. En EE.UU., el Congreso parece no estar de acuerdo con ese desperdicio y en la Unión Europea no hay la unanimidad requerida. Viktor Órban, el  presidente de Hungría, afirmó que Ucrania está derrotada y su país no va a aportar más fondos para ese conflicto. Inteligente.

Recordemos que Ucrania fue sacrificada para que Occidente, a través de sanciones, lograra destruir la economía rusa, provocando el caos y «balcanizando» el país. El destino de Rusia en este caso, sería el mismo de Yugoslavia.

La responsabilidad de Joe Biden es total.  Los viejos preceptos de la Guerra Fría y de la hegemonía norteamericana lo llevaron a este desastre. No supo leer el mundo actual. Esto dijo dos semanas después del inicio del conflicto: «Occidente esta crushing la economía de Rusia». Eso no sucedió. Ahora el presidente busca otros argumentos, sin fundamento, para convencer al Congreso y continuar el conflicto. 

El tema de la conferencia aclaró muchos puntos sobre el futuro del conflicto. Putin fue directo y claro y, lo más importante, definió, sin esquivar preguntas, el rumbo del conflicto, en la visión de Rusia: la paz solamente será alcanzada cuando la Operación Especial Militar logre todos los objetivos que se definieron al inicio del conflicto: liberar las regiones de Ucrania de población Rusa, que vivían bajo constante asedio de su ejército; desmilitarizar y «desnazificar» el país y, por último, volver a Ucrania un país neutral.

Envió también un fuerte mensaje para Europa y EE.UU., al referirse al conflicto como una guerra civil entre un mismo pueblo y no como una guerra entre estados. Rusia, Ucrania y Bielorrusia son considerados un mismo pueblo.

Sobre la posición de Biden de seguir con el conflicto, Putin apenas llamó la atención e hizo referencia a los «territorios históricos» de Rusia que quedaron en Ucrania. Entre estos están Odessa, que Putin llamó «ciudad rusa». Demostró que no hay secretos sobre hasta dónde puede llegar.

Expuso la peor derrota de Occidente, la económica. Putin citó los datos de la economía del país en 2023, crecimiento del PIB de 3,5%, aumento de la producción industrial de 7,3%, aumento de las reservas y muy bajo endeudamiento externo.

Al final, aclaró que los Gobiernos Occidentales no son confiables. Dijo que los gobernantes europeos aparentan ser De Gaulle pero en realidad actúan como el General Pétain, traidor de Francia.

En conclusión, en la conferencia de prensa Putin mostró de forma clara y honesta su visión, los posibles rumbos del conflicto, sus objetivos y cómo Rusia esta preparada para enfrentarlos. Ahora es Occidente quien debe decidir el rumbo a seguir.  Terminar el conflicto o continuarlo indefinidamente… 

*Ingeniero civil.

Genocidio a judíos y contexto–dependencia

Por Samuel Azout
Director de la Fundación Fútbol con corazón.
@samuelazout

El 25 de octubre, el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, al condenar el atroz ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, manifestó que estos «no ocurrieron en un vació». Esto causó la indignación de Israel y del pueblo judío; fuertes críticas le llovieron al líder de Naciones Unidas.

El 6 de noviembre, Claudine Gay, Sally Kornbluth y Liz Magill, Presidentes de Harvard, MIT y la Universidad de Pensilvania, respectivamente, argumentaron ante el congreso norteamericano que el llamado al genocidio judío no era necesariamente condenable, que era «contextodependiente». Estas líderes han sido duramente criticadas; Liz Magill de UPenn se ha visto obligada a renunciar por este hecho.

Pero el antisemitismo no es nada nuevo, existe hace más de 2.000 años. Veamos.

Algunas expulsiones de judíos a través de la historia:

En año 70 E.C., los judíos fueron expulsado de Jerusalén por los romanos, el segundo templo destruido.

En 1290, el Rey Eduardo I de Inglaterra firmó decreto de expulsión de todos los judíos del territorio.

En 1394, los judíos fueron expulsados de Francia por el Rey por el RE Carlos VI y no les fue permitido entrar hasta la Revolución Francesa en el Sglo XVIII.

En 1492, los monarcas católicos Ferdinando II e Isabela I decretaron la expulsión de todos los judíos de España.

En 1497, el Rey Manuel I de Portugal decretó que todos los judíos debían convertirse al cristianismo o salir del territorio.

En los siglos XIV y XV judíos sufrieron expulsiones de Francia, la más notoria fue la expulsión por parte del rey Carlos VI en 1394.

En 1569, el Papa Pio V expulsó a todos los judíos de muchas provincias que son hoy parte de Italia.

Otras expulsiones:  Austria (1421), Bavaria (1442), Lituania (1495).

A finales del siglo XVII y principios del siglo XIX los judíos sufrieron persecuciones en el imperio ruso. Muchos judíos tuvieron que salir por la discriminación opresiva.

Algunas masacres perpetradas a judíos a través de la historia:

Año 70 E.C. masacre a judíos en Jerusalén por parte de los romanos, el segundo templo fue destruido.

Años 132-36 E.C., después de la rebelión de los judíos (Bar Kokba) los romanos masacraron a miles, con lo cual se dio fin a la autonomía judía en Judea.

En 1190, en la Masacres del Rin en Alemania durante la primera cruzada, decenas de miles de judíos murieron a manos de los violentos.

En 1190, masacre de judíos en York, Inglaterra, toda una comunidad judía fue asesinada.

Años 1478 -1834, la Inquisición Española persiguió, expulsó y ejecutó a cientos de miles de judíos en España y sus territorios.

Años 1648-1654 durante la Rebelión Cosaca en Ucrania decenas de miles de judíos y comunidades enteras fueron eliminadas.

Años 1941-1945, el Holocausto significó el exterminio sistemático de seis millones de judíos por la Alemania Nazi.

En 1947, la resolución 181 de la ONU dividió el mandato británico en Palestina en dos estados, uno judío y otro palestino, con Jerusalén como territorio internacional. Los judíos aceptaron, pero los árabes no, y siete países atacaron al recién nacido estado de Israel en 1948. Luego Israel tuvo que defenderse de ataques por parte de países árabes en 1956, 1967, 1973. 

La realidad es que los palestinos nunca han aceptado la posibilidad de dos estados viviendo en paz uno junto al otro.

El grupo palestino Hamás, por su lado, no solo rechaza la existencia de Israel, sino que reconoce que pretende la eliminación de todos los judíos del planeta.

Cabe anotar que varios países árabes ya hicieron la paz con Israel (Egipto, Jordania, Emiratos Árabes, Marruecos y Sudán).

Ojalá estos datos históricos sirvan de contexto.  

Estoy nerviosa

Por Olgahelena Fernández
Periodista

Desde que tengo uso de razón he oído que los años de 366 días son de mala suerte… así que empiezo el año asustada, tengo que confesarlo, pues si el 2023 era de buena suerte y nos abofeteó con dos guerras horribles, inhumanas, salvajes y canallas, ¿con qué nos irá a sorprender el próximo año? De verdad que tengo pánico.

El 2024 será el año más importante de la historia, si a elecciones nos referimos. Más de la mitad de la población mundial irá a las urnas; y en muchos países está en juego la democracia.

En enero, habrá elecciones presidenciales en Taiwán. Si gana el candidato del actual gobierno –que es proindependencia– China seguramente querrá anexarse a la fuerza Taiwán, y Estados Unidos tendrá que involucrarse, pues prometió garantizar la soberanía de ese país. Si la salida es violenta, entonces «apague y vámonos», porque lo último que el mundo necesita es una guerra entre esas dos potencias.

En febrero, habrá elecciones en El Salvador. Posiblemente vuelva a ganar Bukele, quién en teoría no debería ser candidato, pero hizo toda suerte de maromas para volverse a presentar y que su candidatura parezca legítima.

En marzo, habrá elecciones en Rusia, pero no se preocupen porque ya los resultados están listos. Ganará Putin y desaparecerán del planeta los que se hayan atrevido a votar en contra. Lo que sí nos debería preocupar, es que, con la indescriptible tragedia de Gaza, el mundo se olvidó de Ucrania y este valiente país, que se ha defendido de forma heroica, estará cada vez más cerca de perder los territorios que Rusia le invadió. 

Aunque la situación política de Portugal parece un juego de niños comparada con el conflicto ruso-ucraniano, no hay que dejar pasar por alto que tras la renuncia obligada (por denuncias de corrupción) del primer ministro, que era del partido socialista, ese país tendrá elecciones anticipadas y todo parece indicar que ganará la ultraderecha. También se ve venir en Austria un gobierno de esa tendencia.

La India, el país más poblado del mundo, de igual manera tendrá elecciones en 2024 y lo que está en juego no es poca cosa. El actual primer ministro quiere repetir mandato para continuar con su idea de convertir a este país en un estado nacionalista hindú. O sea, algo así como una teocracia. 

Nuestros vecinos panameños escogerán presidente en mayo de 2024. Serían unas elecciones más, si no fuera porque el candidato que va punteando en las encuestas es el expresidente Ricardo Martinelli, que en julio de este año fue condenado a diez años y seis meses de cárcel, y a pagar una multa de 19,2 millones de dólares, pero a sus abogados aún les queda tiempo e instancias para sacarlo de ese atolladero. O sea, el futuro de Martinelli es el palacio presidencial o la cárcel. Mi predicción: ganará sobrado y su caso quedará en el olvido.

En junio, los mexicanos escogerán nueva presidenta, pues las que encabezan las encuestas son dos mujeres, y la que gane encontrará un país sumido en el tráfico de drogas y la delincuencia, y con terribles problemas de inmigración.

También en junio se realizarán elecciones en el parlamento europeo; las primeras desde el Brexit. Todo parece indicar que habrá un fuerte giro a la derecha, lo que significa cambio en las políticas de inmigración, de cambio climático y en las relaciones con China.

Según los analistas, en el Reino Unido volverá al poder el partido Laborista después de catorce años de gobierno conservador. Este giro le da un poco de balance a esa zona del mundo, donde la ultraderecha está cogiendo mucha fuerza, pero la pregunta es: ¿una economía debilitada como la actual, se puede dar el lujo de volver a los subsidios y ayudas tan típicas de la izquierda?

En Sudáfrica se realizarán las séptimas elecciones desde el fin del Apartheid y después de treinta años en el poder, el partido de Nelson Mandela está perdiendo seguidores. Cansados del desorden y la corrupción, los sudafricanos visiblemente decepcionados, posiblemente voten por algo nuevo, diferente. 

En octubre, Venezuela irá a las urnas. Puede que sean unas elecciones más –de las muchas amañadas que se han hecho en los últimos veinte años– o puede que sean limpias. Parecería que Estados Unidos le está ofreciendo a Maduro una salida digna si permite comicios libres. De llevarse a cabo la votación, sin duda, la ganadora sería otra mujer: María Corina Machado. Mi predicción: no pasará nada en esta ocasión. Serán otras elecciones amañadas. Tocará esperar un año que no sea bisiesto.

En noviembre, el señor ese de cara anaranjada volverá a ganar la presidencia de Estados Unidos, y vendrá con sed de revancha; será el comienzo del fin de la libertad de expresión en ese país. Y de cambio climático, ni hablar… 

Por otra parte, me pregunto cómo irá a tratar a los dictadores que siempre ha elogiado. ¿Qué pasará con la guerra de Ucrania? ¿Permitirá que Putin se salga con la suya? Yo pensaría que sí. ¿Cómo manejará el genocidio contra el pueblo palestino? Presumo que apoyará a Israel a ultranza. ¿Cómo manejará la disputa con Taiwán? Trump siempre ha dicho que él no se mete en guerras, lo que me hace pensar: ¿dejará que China se quede con la isla?

En fin, el resultado de las elecciones de Estados Unidos influye en todo, y el destino del mundo está en manos de un señor que apoya a la familia tradicional, pero lleva tres matrimonios y varios escándalos de prostitución de por medio; apoya el porte de armas, pero dice estar en contra de las guerras; odia a los inmigrantes, pese a que él es hijo de uno, y a que su actual esposa fue, por mucho tiempo, una inmigrante ilegal. Se autodenomina como un gran empresario, aunque ha quebrado un montón de negocios. Mejor dicho, la hipocresía total.

Como les decía al principio, estoy nerviosa. ¿Y ustedes?