Premios ‘Vida 2023’

Por Martín Jaramillo Ortega
Abogado
@tinzaoficial

El Gobierno sacará el periódico Vida, un medio impreso de la Presidencia de la República que circulará mensualmente y que nos costará a los colombianos casi 700 millones de pesos por edición (al menos no son 70.000 millones). De lo que se sabe hasta ahora, Vida contará con Margarita Rosa de Francisco, Matador y José Félix Lafaurie. Con este último podría decirse que la imparcialidad del periódico ha ganado, nunca mejor dicho, aunque seguramente el contenido internacional perderá terreno, nunca mejor dicho. 

Algunos columnistas de Un Pasquín nos hemos sentido relegados dado que hasta el momento hemos sido el único medio que lleva este calificativo. 

La noticia de la creación de este periódico estatal me causó tanta conmoción que durante una semana tuve pesadillas recurrentes en las que me reunía con los miembros del comité editorial de Vida. Eran varios adultos extranjeros y algunos jóvenes influencers que habían sido aprobados por Sebastián Guanumen y cuyo mayor cargo ha sido justamente la edición y producción del periódico en cuestión. Como era de suponerse, la dirección comercial del medio estaba a cargo de un empresario catalán, Xavi Quevarrobar. El trabajo editorial estaba en manos del italiano Massimo Deterioro, quien sigue siendo habitual en mis pesadillas. 

Según recuerdo, el periódico tendrá 24 páginas y su tarea principal será resaltar los logros del Gobierno Petro y sus ministros y darles voz a los buenos congresistas de la oposición. Aún no sé qué harán con las 23 páginas restantes. Quevarrobar, al mejor estilo de los demás catalanes que han estado en el Gobierno, se apoderó de funciones que no son propias de su cargo –por no decir impropias– y aprovechó la época decembrina para tomar la decisión editorial de rellenar las más de veinte páginas en blanco con una premiación para reconocer lo mejor de la política nacional de 2023. 

Luego de una larga deliberación por parte de los extranjeros e influencers, traigo acá los Premios Vida de 2023: 

Cine:

Personaje del año: Nicolás Petro. 

Revelación del año: Day Vásquez y su locuaz papel en el escándalo para la financiación de la campaña a la presidencia de Gustavo Petro. 

Mejor reparto: Francia Márquez cuyo papel secundario fue supremamente inesperado. 

Premio ‘Charles Chaplin’ al mejor actor: Álvaro Uribe, quien dejó deslumbrado al público con su nueva faceta muda. 

Mejor corto: Rodolfo Hernández con el tiempo que le duró la candidatura. 

Talentos varios: 

Premio ‘Winston Churchill’ a la frase del año: El presidente Gustavo Petro y su memorable: «No lo crié, esa es la realidad». 

Premio ‘Unión Magdalena’ a la peor defensa del año: Inti Asprilla y su defensa a la regulación del cannabis de uso adulto con canciones de Karol G y Feid. Hundió un proyecto necesario. 

Mejor chef: Luis Fernando Velasco, cuya receta de mermelada ha sido irresistible. Se vendió rápido hasta su mermelada de mora, algo irónico. 

Mejor cola: Roy Barreras, cuyo papel ha sido bastante higiénico. 

Reconocimientos personales: 

Honestidad: Marelbys, quien supo sortear dos veces la prueba de polígrafo. 

Amistad: la primera dama, Verónica Alcocer, quien ha puesto a sus amigas más cercana sobre todas las cosas. 

Compañerismo: Mafe Cabal, quien en un solo año conoció y se hizo mejor amiga de Nayib Bukele, Javier Milei y, según recuerdo, también de algunas otras personas de bien. No me consta. 

En este punto de la deliberación, y para tristeza mía, llegó el señor Deterioro y me sacó del recinto. Mientras me iba, alcancé a oír que había un premio ‘Nostradamus’. No entendí del todo si era un premio para Alejandro Gaviria por sus vaticinios sobre el Gobierno o el reconocimiento ‘Nostrabamos’ a Susana Boreal. 

Finalmente me desperté. Estaba sudado, confundido e implorando que, por favor, no llamen pasquín a Vida. No nos hagan ese daño.

TRES EN UNO

Por Gonzalo Guillén
Periodista

PREDICCIONES

Las líneas de la mano negra de Colombia me dejan ver que 2024 será un año, digámoslo así, raro. La raya más larga y profunda indica que la vicefiscal Martha Mancera y un grupo de sus fiscales y narcotraficantes compinches serán extraditados a Estados Unidos, donde delatarán hasta al mico de las Pacheco en busca de rebajas de penas. Una tortuosa línea oblicua me dice que en el segundo semestre Javier Milei, corrido a piedra por la turba argentina, pedirá asilo diplomático en la embajada de Colombia en Buenos Aires arrastrando cuatro perros hidrófobos y 200 maletas. Alex Char, nuevo alcalde de Barranquilla, alcanzará a adjudicar contratos por nueve billones de pesos antes de caer preso y ser confinado en la oscura suite presidencial del Club Militar de Oficiales y sus únicas salidas permitidas serán a la piscina, el bar, la discoteca y el sauna.

PARA

Lanzarán sus precandidaturas presidenciales Polo Polo, Caterine Juvinao, Don Jediondo, Juanita Vacía, Mancuso, Iván Mordisco, Chiquito Malo, John Calzones, Mi Sangre, Martínez Neira, Roy Barreras, Zapateiro, Fernanda Cabal, Rafael Nieto, Day Velásquez, Germán Vargas Lleras, Laura Ojeda, El Hombre Marlboro, el Turco Hilsaca, Marbelle, Faustino Asprilla, Yanmugre, Karen Abudinen, Emilio Tapia, Katerine Miranda, Espriella, Claudia López y El Burro Mocho, entre otros. La última palabra, como siempre, la dará en las urnas el pueblo colombiano, en cuyas manos reside exclusivamente la soberanía nacional, como lo manda nuestra Constitución Política.

2024

Patarroyo no ganará el Nobel de Medicina ni Babas Faciolince el de Literatura, pero sí la Bienal de Poesía de Titiribí y la Medalla al Mérito Cultural de Medellín, que le será entregada por el señor alcalde Fico Gutiérrez. Morirá de una puñalada maleva el Papa Francisco durante una visita a la Argentina y lo sucederá el Padre Chucho, colombiano, quien adoptará el nombre pontificio de William Guillermo I. Rodolfo Hernández caerá preso por volteo de tierras. Se caerá nuevamente el puente de Chirajara, esta vez media hora antes de que pase por ahí el presidente Petro. Se salvará de nuevo gracias a llegar tarde a todas partes y, pasmado, recordará a Julio Flórez: «Todo nos llega tarde, hasta la muerte».   

Cambié de opinión sobre el Estado

Por Santiago Londoño Uribe
Abogado; magister en Derecho Internacional

Me gusta mucho el ejercicio realizado por el periódico El Espectador y sus columnistas llamado «Cambié de opinión».  En un mundo de tribalismos en el que salimos todos los días a defender a muerte el «lado correcto de la historia»,  a  votar por «la última oportunidad de salvar la patria» y a corregir o a aclararles a «miles de incautos, perdidos y engañados» lo equivocados que están, es refrescante ver una actividad que gire alrededor de la autocrítica, la humildad y el reconocimiento de las limitaciones propias. El debate público, lo que queda de él, se mueve cada vez más hacia los extremos sin tratar de entender al otro, su historia y su contexto; se habla duro y con contundencia contra los «otros» para reafirmar posiciones, ganar likes o sumar votos de los «nuestros».

Sea la oportunidad, en esta última columna del 2023 en Un Pasquín, para compartir mi «Cambié de opinión».  

Durante buena parte de mi vida adulta me he dedicado a estudiar, a entender y a trabajar en el Estado. Lo he hecho desde la universidad, desde la rama judicial, desde las corporaciones de elección popular y, finalmente, desde el ejecutivo.  Me interesó siempre comprender y desarrollar las facultades, competencias y poderes de lo público para intervenir y transformar la sociedad. En el camino he obtenido logros emocionantes, cientos de aprendizajes, pero también he cometido errores e injusticias y he tenido desilusiones profundas y dolorosas. Así mismo he conocido gente maravillosa y comprometida y, obviamente, personajes oscuros y macabros. 

También confirmé que el Estado es, bajo ciertas condiciones, un vehículo eficaz para  mejorar  la situación de millones de ciudadanos, para la administración de justicia y para construir condiciones de seguridad y convivencia. No obstante lo anterior, y muy seguramente porque estaba de cabezas en lo estatal, también reconozco que sobredimensioné y romanticé al ente público e ignoré o minimicé la participación y responsabilidad de otros sectores en la construcción de las sociedades y en la solución de sus problemas fundamentales.  

Hoy pienso que la fortaleza de una sociedad no reside única ni principalmente en el Estado que tenga o en la clarividencia y competencia de sus gobernantes, sino en la capacidad de construir relaciones proactivas, respetuosas, colaborativas y estratégicas entre sectores público, privado, social y académico. 

El Estado puede ser un movilizador, un detonador y un aliado estratégico, pero no puede ser ni el único ni el principal responsable de la dirección y el impulso que tome una sociedad. De una parte, es limitado pensar que un Estado pueda en todo momento y en cualquier tema representar sociedades tan plurales, diversas y complejas como en las que vivimos. Por otra, es peligroso depositar en él y en sus funcionarios tanto poder y tanta incidencia en la construcción de futuro.  

Lo he dicho ya en muchas ocasiones: hay temas tan importantes y sensibles en una sociedad que no se pueden conectar cien por ciento a la caprichosa, inestable y siempre cambiante decisión del electorado. Tampoco, para que quede claro, podemos depender exclusivamente de las fuerzas del mercado. El poder de una sociedad y su posibilidad de avanzar, y ahí está mi cambio de opinión, no está en ningún actor sino en el tejido de relaciones, comunicación, acuerdos y colaboración que se logre entre el abanico de actores que la habitan. El Estado no es solo uno y no es homogéneo ni estable ni necesariamente representativo. 

Tengo que reconocer que mi cambio de opinión, por lo menos inicialmente, no ha sido el resultado de una reflexión desapasionada y estructurada o de un balance sesudo sino de una cadena de eventos y situaciones que en buena parte no he controlado directamente. Tomé distancia del Estado no por decisión propia, sino porque los proyectos electorales de los que hice parte perdieron. Perdieron contundentemente, además. Esa distancia me ha ayudado. De seguir gobernando muy seguramente mi opinión no habría cambiado. Uno, finalmente, no es lo que le pasa sino lo que hace con lo que le pasa.  

Hoy me dedico a intentar entender cómo se construye confianza entre los diferentes sectores de la sociedad; a poner en movimiento procesos para romper estereotipos y paradigmas y a lograr tejidos que nos atraviesen y nos conecten.  Aunque tengo ideas y proyectos sobre lo que es una mejor sociedad, renuncié a intentar desarrollarlos por las urnas y hoy me preocupa mucho más construir lo que los teóricos llaman gobernanza.  

Mi cambio de opinión es personal. No pontifico ni busco evangelizar. Claro que no podemos renunciar a elegir buenos gobiernos y gobernantes decentes y eficaces, pero hoy estoy convencido de que hay que trabajar muy duro para que la sociedad no se hunda cuando no lo hacemos. Ante la radicalización y la polarización del debate y ante el todo o nada de las elecciones, elijo tejer confianza con los diferentes en un plano horizontal.  

Un gran 2024 para todos los lectores.   

Para dónde va Ucrania

Por Mario Quadros, Jr.
Ingeniero civil

En la conferencia de prensa del 14 de diciembre, de cuatro horas,  con 600 periodistas de todo el mundo, docenas de ellos occidentales, Vladimir Putin expuso su visión sobre el rumbo del conflicto de Ucrania y la posición de Rusia.  Mostró con serenidad, confianza el poder militar, político y económico del país.

Repasando hoy el estado del conflicto con Ucrania –el tema más importante de la conferencia–, podemos decir que la única solución planteada por EE.UU. y Europa, frente  a la difícil situación de Ucrania, es seguir enviando más plata de los contribuyentes y postergando la segura capitulación de este país. En EE.UU., el Congreso parece no estar de acuerdo con ese desperdicio y en la Unión Europea no hay la unanimidad requerida. Viktor Órban, el  presidente de Hungría, afirmó que Ucrania está derrotada y su país no va a aportar más fondos para ese conflicto. Inteligente.

Recordemos que Ucrania fue sacrificada para que Occidente, a través de sanciones, lograra destruir la economía rusa, provocando el caos y «balcanizando» el país. El destino de Rusia en este caso, sería el mismo de Yugoslavia.

La responsabilidad de Joe Biden es total.  Los viejos preceptos de la Guerra Fría y de la hegemonía norteamericana lo llevaron a este desastre. No supo leer el mundo actual. Esto dijo dos semanas después del inicio del conflicto: «Occidente esta crushing la economía de Rusia». Eso no sucedió. Ahora el presidente busca otros argumentos, sin fundamento, para convencer al Congreso y continuar el conflicto. 

El tema de la conferencia aclaró muchos puntos sobre el futuro del conflicto. Putin fue directo y claro y, lo más importante, definió, sin esquivar preguntas, el rumbo del conflicto, en la visión de Rusia: la paz solamente será alcanzada cuando la Operación Especial Militar logre todos los objetivos que se definieron al inicio del conflicto: liberar las regiones de Ucrania de población Rusa, que vivían bajo constante asedio de su ejército; desmilitarizar y «desnazificar» el país y, por último, volver a Ucrania un país neutral.

Envió también un fuerte mensaje para Europa y EE.UU., al referirse al conflicto como una guerra civil entre un mismo pueblo y no como una guerra entre estados. Rusia, Ucrania y Bielorrusia son considerados un mismo pueblo.

Sobre la posición de Biden de seguir con el conflicto, Putin apenas llamó la atención e hizo referencia a los «territorios históricos» de Rusia que quedaron en Ucrania. Entre estos están Odessa, que Putin llamó «ciudad rusa». Demostró que no hay secretos sobre hasta dónde puede llegar.

Expuso la peor derrota de Occidente, la económica. Putin citó los datos de la economía del país en 2023, crecimiento del PIB de 3,5%, aumento de la producción industrial de 7,3%, aumento de las reservas y muy bajo endeudamiento externo.

Al final, aclaró que los Gobiernos Occidentales no son confiables. Dijo que los gobernantes europeos aparentan ser De Gaulle pero en realidad actúan como el General Pétain, traidor de Francia.

En conclusión, en la conferencia de prensa Putin mostró de forma clara y honesta su visión, los posibles rumbos del conflicto, sus objetivos y cómo Rusia esta preparada para enfrentarlos. Ahora es Occidente quien debe decidir el rumbo a seguir.  Terminar el conflicto o continuarlo indefinidamente… 

*Ingeniero civil.

Genocidio a judíos y contexto–dependencia

Por Samuel Azout
Director de la Fundación Fútbol con corazón.
@samuelazout

El 25 de octubre, el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, al condenar el atroz ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre, manifestó que estos «no ocurrieron en un vació». Esto causó la indignación de Israel y del pueblo judío; fuertes críticas le llovieron al líder de Naciones Unidas.

El 6 de noviembre, Claudine Gay, Sally Kornbluth y Liz Magill, Presidentes de Harvard, MIT y la Universidad de Pensilvania, respectivamente, argumentaron ante el congreso norteamericano que el llamado al genocidio judío no era necesariamente condenable, que era «contextodependiente». Estas líderes han sido duramente criticadas; Liz Magill de UPenn se ha visto obligada a renunciar por este hecho.

Pero el antisemitismo no es nada nuevo, existe hace más de 2.000 años. Veamos.

Algunas expulsiones de judíos a través de la historia:

En año 70 E.C., los judíos fueron expulsado de Jerusalén por los romanos, el segundo templo destruido.

En 1290, el Rey Eduardo I de Inglaterra firmó decreto de expulsión de todos los judíos del territorio.

En 1394, los judíos fueron expulsados de Francia por el Rey por el RE Carlos VI y no les fue permitido entrar hasta la Revolución Francesa en el Sglo XVIII.

En 1492, los monarcas católicos Ferdinando II e Isabela I decretaron la expulsión de todos los judíos de España.

En 1497, el Rey Manuel I de Portugal decretó que todos los judíos debían convertirse al cristianismo o salir del territorio.

En los siglos XIV y XV judíos sufrieron expulsiones de Francia, la más notoria fue la expulsión por parte del rey Carlos VI en 1394.

En 1569, el Papa Pio V expulsó a todos los judíos de muchas provincias que son hoy parte de Italia.

Otras expulsiones:  Austria (1421), Bavaria (1442), Lituania (1495).

A finales del siglo XVII y principios del siglo XIX los judíos sufrieron persecuciones en el imperio ruso. Muchos judíos tuvieron que salir por la discriminación opresiva.

Algunas masacres perpetradas a judíos a través de la historia:

Año 70 E.C. masacre a judíos en Jerusalén por parte de los romanos, el segundo templo fue destruido.

Años 132-36 E.C., después de la rebelión de los judíos (Bar Kokba) los romanos masacraron a miles, con lo cual se dio fin a la autonomía judía en Judea.

En 1190, en la Masacres del Rin en Alemania durante la primera cruzada, decenas de miles de judíos murieron a manos de los violentos.

En 1190, masacre de judíos en York, Inglaterra, toda una comunidad judía fue asesinada.

Años 1478 -1834, la Inquisición Española persiguió, expulsó y ejecutó a cientos de miles de judíos en España y sus territorios.

Años 1648-1654 durante la Rebelión Cosaca en Ucrania decenas de miles de judíos y comunidades enteras fueron eliminadas.

Años 1941-1945, el Holocausto significó el exterminio sistemático de seis millones de judíos por la Alemania Nazi.

En 1947, la resolución 181 de la ONU dividió el mandato británico en Palestina en dos estados, uno judío y otro palestino, con Jerusalén como territorio internacional. Los judíos aceptaron, pero los árabes no, y siete países atacaron al recién nacido estado de Israel en 1948. Luego Israel tuvo que defenderse de ataques por parte de países árabes en 1956, 1967, 1973. 

La realidad es que los palestinos nunca han aceptado la posibilidad de dos estados viviendo en paz uno junto al otro.

El grupo palestino Hamás, por su lado, no solo rechaza la existencia de Israel, sino que reconoce que pretende la eliminación de todos los judíos del planeta.

Cabe anotar que varios países árabes ya hicieron la paz con Israel (Egipto, Jordania, Emiratos Árabes, Marruecos y Sudán).

Ojalá estos datos históricos sirvan de contexto.  

Estoy nerviosa

Por Olgahelena Fernández
Periodista

Desde que tengo uso de razón he oído que los años de 366 días son de mala suerte… así que empiezo el año asustada, tengo que confesarlo, pues si el 2023 era de buena suerte y nos abofeteó con dos guerras horribles, inhumanas, salvajes y canallas, ¿con qué nos irá a sorprender el próximo año? De verdad que tengo pánico.

El 2024 será el año más importante de la historia, si a elecciones nos referimos. Más de la mitad de la población mundial irá a las urnas; y en muchos países está en juego la democracia.

En enero, habrá elecciones presidenciales en Taiwán. Si gana el candidato del actual gobierno –que es proindependencia– China seguramente querrá anexarse a la fuerza Taiwán, y Estados Unidos tendrá que involucrarse, pues prometió garantizar la soberanía de ese país. Si la salida es violenta, entonces «apague y vámonos», porque lo último que el mundo necesita es una guerra entre esas dos potencias.

En febrero, habrá elecciones en El Salvador. Posiblemente vuelva a ganar Bukele, quién en teoría no debería ser candidato, pero hizo toda suerte de maromas para volverse a presentar y que su candidatura parezca legítima.

En marzo, habrá elecciones en Rusia, pero no se preocupen porque ya los resultados están listos. Ganará Putin y desaparecerán del planeta los que se hayan atrevido a votar en contra. Lo que sí nos debería preocupar, es que, con la indescriptible tragedia de Gaza, el mundo se olvidó de Ucrania y este valiente país, que se ha defendido de forma heroica, estará cada vez más cerca de perder los territorios que Rusia le invadió. 

Aunque la situación política de Portugal parece un juego de niños comparada con el conflicto ruso-ucraniano, no hay que dejar pasar por alto que tras la renuncia obligada (por denuncias de corrupción) del primer ministro, que era del partido socialista, ese país tendrá elecciones anticipadas y todo parece indicar que ganará la ultraderecha. También se ve venir en Austria un gobierno de esa tendencia.

La India, el país más poblado del mundo, de igual manera tendrá elecciones en 2024 y lo que está en juego no es poca cosa. El actual primer ministro quiere repetir mandato para continuar con su idea de convertir a este país en un estado nacionalista hindú. O sea, algo así como una teocracia. 

Nuestros vecinos panameños escogerán presidente en mayo de 2024. Serían unas elecciones más, si no fuera porque el candidato que va punteando en las encuestas es el expresidente Ricardo Martinelli, que en julio de este año fue condenado a diez años y seis meses de cárcel, y a pagar una multa de 19,2 millones de dólares, pero a sus abogados aún les queda tiempo e instancias para sacarlo de ese atolladero. O sea, el futuro de Martinelli es el palacio presidencial o la cárcel. Mi predicción: ganará sobrado y su caso quedará en el olvido.

En junio, los mexicanos escogerán nueva presidenta, pues las que encabezan las encuestas son dos mujeres, y la que gane encontrará un país sumido en el tráfico de drogas y la delincuencia, y con terribles problemas de inmigración.

También en junio se realizarán elecciones en el parlamento europeo; las primeras desde el Brexit. Todo parece indicar que habrá un fuerte giro a la derecha, lo que significa cambio en las políticas de inmigración, de cambio climático y en las relaciones con China.

Según los analistas, en el Reino Unido volverá al poder el partido Laborista después de catorce años de gobierno conservador. Este giro le da un poco de balance a esa zona del mundo, donde la ultraderecha está cogiendo mucha fuerza, pero la pregunta es: ¿una economía debilitada como la actual, se puede dar el lujo de volver a los subsidios y ayudas tan típicas de la izquierda?

En Sudáfrica se realizarán las séptimas elecciones desde el fin del Apartheid y después de treinta años en el poder, el partido de Nelson Mandela está perdiendo seguidores. Cansados del desorden y la corrupción, los sudafricanos visiblemente decepcionados, posiblemente voten por algo nuevo, diferente. 

En octubre, Venezuela irá a las urnas. Puede que sean unas elecciones más –de las muchas amañadas que se han hecho en los últimos veinte años– o puede que sean limpias. Parecería que Estados Unidos le está ofreciendo a Maduro una salida digna si permite comicios libres. De llevarse a cabo la votación, sin duda, la ganadora sería otra mujer: María Corina Machado. Mi predicción: no pasará nada en esta ocasión. Serán otras elecciones amañadas. Tocará esperar un año que no sea bisiesto.

En noviembre, el señor ese de cara anaranjada volverá a ganar la presidencia de Estados Unidos, y vendrá con sed de revancha; será el comienzo del fin de la libertad de expresión en ese país. Y de cambio climático, ni hablar… 

Por otra parte, me pregunto cómo irá a tratar a los dictadores que siempre ha elogiado. ¿Qué pasará con la guerra de Ucrania? ¿Permitirá que Putin se salga con la suya? Yo pensaría que sí. ¿Cómo manejará el genocidio contra el pueblo palestino? Presumo que apoyará a Israel a ultranza. ¿Cómo manejará la disputa con Taiwán? Trump siempre ha dicho que él no se mete en guerras, lo que me hace pensar: ¿dejará que China se quede con la isla?

En fin, el resultado de las elecciones de Estados Unidos influye en todo, y el destino del mundo está en manos de un señor que apoya a la familia tradicional, pero lleva tres matrimonios y varios escándalos de prostitución de por medio; apoya el porte de armas, pero dice estar en contra de las guerras; odia a los inmigrantes, pese a que él es hijo de uno, y a que su actual esposa fue, por mucho tiempo, una inmigrante ilegal. Se autodenomina como un gran empresario, aunque ha quebrado un montón de negocios. Mejor dicho, la hipocresía total.

Como les decía al principio, estoy nerviosa. ¿Y ustedes?