Ecuador, en la guerra de las drogas

Por Ricardo Sánchez Ángel
Profesor Emérito, Universidad Nacional

Bajo los gobiernos de Lenin Moreno y Guillermo Lasso se aceleró el proceso de colombianización del Ecuador. El nuevo presidente Daniel Noboa mantiene la continuidad de esta dinámica sociopolítica. La actual ola criminal es un capítulo de esta historia a caballo de dos siglos. 

Es una película la que se está repitiendo de violencia carcelaria con sus fugas y masacres, bombas a sitios públicos como escuelas y hospitales, quema de carros, asesinato de policías, asesinato de periodistas y también de manera destacada el asesinato de candidatos presidenciales, generando el caos y el miedo al igual que, secuestros y reclutamiento de jóvenes hacia el sicariato. Todo esto, como en Colombia y en México. La respuesta en esta película es la misma: militarización y guerra por parte de la fuerza pública con los centenares y miles de muertos, sometimiento de la población a un estado de guerra permanente y postración de las energías sociales y culturales del país con la sombrilla de la justicia global y la guerra contra las drogas ordenada por los Estados Unidos.

Los tres gobiernos tienen unos rasgos unificadores de su personalidad: acogimiento a la política de “guerra contra las drogas”, ya que Ecuador se consolidó como un epicentro del tráfico internacional de las economías ilícitas. De manera clara, se da la extensión del crimen organizado desde Colombia, con su amplia frontera terrestre y marítima hacia el Ecuador (El Putumayo, Nariño y el Océano Pacífico). Lo que facilita a los ya integrados carteles mexicanos en el negocio en Colombia, su presencia.

El problema ecuatoriano es internacional
pero no se resuelve con el intervencionismo
de los Estados Unidos

En el Ecuador se operó un desmonte de lo social, con graves consecuencias en las condiciones de vida. Se destruyó una buena parte de la institucionalidad democrática. Se aplicó la doctrina del neoliberalismo del estado mínimo, incluyendo los organismos de inteligencia para la seguridad.

El hermano país, es vibrante en su quehacer, popular y democrático con las resistencias indígenas, sociales y barriales, que han confrontado las avalanchas reaccionarias, exhibiendo un pleito social que concreta las reivindicaciones históricas de la gente del común. Sobre esas realidades gravita la guerra contra las drogas y las violencias del crimen organizado.

El problema ecuatoriano es internacional pero no se resuelve con el intervencionismo de los Estados Unidos quienes están actuando como un protectorado que amenaza con presencia directa de tropas y personal de guerra en mar, tierra y aire. A Ecuador hay que mirarla en el espejo de Colombia y México, con su legado de crímenes, corrupción, guerra y desolación. Pese a ser estos países grandes en la geografía y con Estados más fuertes, han fracasado en la guerra contra las drogas e instaurado un genocidio permanente.

En conjunto nuestra América, está narcotizada, corrompida e inscrita en la guerra contra las drogas, cuya demanda más cuantiosa la generan los Estados Unidos, con su opulenta sociedad del consumismo y el espectáculo. La marcha de las drogas ilícitas se extiende hasta la Argentina donde el nuevo gobierno neoliberal de Javier Milei quiere imponer su plan de liberalización económica y autoritarismo estatal. Tales medidas, propician el blanqueamiento de los capitales mafiosos en forma fluida, la desregularización de la economía y la sociedad con la destrucción del tejido social. A Argentina que vive un momento de represión estatal, pero de resistencia proletaria y juvenil, la quieren convertir en una olla podrida de las mafias y un escenario de la guerra contra las drogas siguiendo el camino de Colombia, México y Ecuador.

Colombia y Ecuador viven una dinámica integradora de problemas y soluciones que comenzó con las guerras de independencia de España y la Gran Colombia y se frustró con las políticas endogámicas de las sociedades oligárquicas. Se dinamizó en distintos momentos con la economía del contrabando y los flujos migratorios entre los dos países hasta el drástico proceso de integración de la sociedad criminal que estamos viviendo. Ésta es la paradoja histórica, tenemos un saldo positivo que debe protocolizarse, somos colomboecuatorianos, igual que venezolanos. Tenemos una común nacionalidad social que debe extenderse a una nacionalidad jurídica y a una ciudadanía conjunta. Se trata del imaginario de una nueva Gran Colombia.

Repito lo planteado en artículos anteriores, hay que domesticar las drogas malditas, legitimando el debate sobre la legalización y la reforma de la Convención de Viena sobre las drogas ilícitas.  

 

La inútil declaratoria de guerra no-guerra

Por Juliana González Ríos
Analista Política; Máster en Políticas Públicas y Economía para el Desarrollo.
@JuliGo4

Regresan los reflectores a la guerra de Yemen. Pero no por los once millones de menores yemeníes que dependen de la ayuda humanitaria, o porque allí cada diez minutos muere un niño o una niña por causas prevenibles, de acuerdo con datos de Unicef. Este conflicto tiene sumido al país más pobre de la región en una espiral de hambruna, pobreza y una serie de trastornos sociales como el matrimonio o el trabajo infantil para salir de la miseria, aunque solo la perpetúe. Las milicias hutíes, uno de los actores en la guerra civil yemenita que desangra al país, ha dado un salto en su internacionalización, al declarar su solidaridad con la milicia islámica Hamás en su ataque contra Israel y Occidente. Por esta razón aprovechan su control sobre el estrecho de Mandeb para atacar embarcaciones comerciales que transitan la ruta entre el Mediterráneo y el océano índico. Ante los ataques, el secuestro de una tripulación y el desvío de las rutas marítimas para evadir el paso por el mar Rojo, Estados Unidos y Reino Unido decidieron contraatacar. ¿Para qué? Aparentemente por defender sus propios intereses comerciales en la región. Pero esa contraofensiva no ha logrado hacer retroceder a los hutíes o detenerlos. ¿Quiénes son los hutíes? Son un grupo chiita respaldado por Irán que lleva más de 20 años luchando por el control de Yemen. Sus ataques contra navieras comerciales que ya superan los treinta en estas últimas seis semanas forman parte de un esfuerzo por presionar a Israel para que permita la entrada de más ayuda humanitaria en Gaza.

Pese a la barbarie que ejecutan contra su propio pueblo, los ataques de Washington y Londres a objetivos yemeníes, entre ellos el puerto de Hudaida, ha fortalecido la reputación de los hutíes. Internamente, porque los daños contra el puerto tienen un impacto en la entrada de las importaciones y de la ayuda humanitaria, vitales para la sobrevivencia de la población. La respuesta de Estados Unidos y Reino Unido contra los hutíes permite que esta milicia acuse de la hambruna y de la catástrofe a las fuerzas foráneas. Crean así un chivo expiatorio, que ya había hecho méritos en la región y que en particular en Yemen se asocia con el rol de proveer logística a la coalición de países encabezados por Arabia Saudita que apoya al gobierno de Yemen, su némesis en el conflicto interno. 

La respuesta de Estados Unidos y
Reino Unido contra los hutíes permite
que esta milicia acuse de la hambruna y
de la catástrofe a las fuerzas foráneas

Otra arista geopolítica resulta en debilitar a Arabia Saudita en su intento de normalizar las relaciones con Israel. Ya lo hizo el golpe terrorista de Hamás contra Israel; lo bordó la respuesta israelí en la Franja de Gaza que deja decenas de miles de muertos gazatíes y más de un millón de desplazados, y ahora lo remata el ataque de las embarcaciones comerciales.

Lejos de desescalar la situación, la entrada de los hutíes al conflicto deja varios perdedores: la amenaza de expansión regional del conflicto pende de un hilo. Los ataques al comercio internacional vienen a lastrar la inflación, porque genera un cuello de botella en la cadena de suministros, a fuerza de que los cargueros y los petroleros deben pasar más tiempo en el mar hasta llegar a su destino. 

Pierden Estados Unidos y Reino Unido, y por transitividad Occidente, porque los ataques quirúrgicos contra posiciones hutíes no le hacen ni cosquillas a esta milicia. De hecho, sus máximos líderes han declarado que se mantendrán en pie de guerra y que no bajarán la intensidad de sus ataques. Al final, no tienen nada que perder, ya en el pasado los bloqueos aéreos y marítimos de la alianza internacional liderada por Arabia Saudita se han mostrado ineficaces para desarticular o debilitar a los hutíes. 

Al final del día quienes pagarán el precio más alto seguirán siendo en primera línea los yemenitas, quienes verán agudizar sus muertos y desnutridos, y atravesarán el umbral de otra década perdida en una guerra que tiene sumido a este país en una de las mayores crisis humanitarias de nuestro tiempo.   

Para dónde va Ucrania

Por Mario Quadros, Jr.
Ingeniero civil

No existe más la diplomacia en la política exterior de Estados Unidos. Años de dominio en el mundo los acostumbraron a lo que Noam Chomsky define como: «What we say goes». La diplomacia americana se resume en bombardeos, presiones, amenazas, golpes de Estado y últimamente en las revoluciones coloridas. Joe Biden es uno de los peores presidentes de la historia. Ha sido un halcón, un Bush III, o un Dick Cheney II. Logró ser peor que Donald Trump, que hoy tiene su retorno a la Casa Blanca casi asegurado. Su único impedimento es la justicia, la cual está siendo usada, de la misma forma que fue usada en Brasil, para impedir la candidatura de Lula, causando serio daño a la democracia.  

Empecemos por los hutíes, bloqueando el 90% del tráfico por el Canal de Suez, en respuesta a los bombardeos de Israel sobre la población civil palestina en Gaza y Cisjordania. Biden, de inmediato, abrió otro frente de conflicto bombardeando a Yemen. Usar la diplomacia para conversar con Irán es imposible. Los canales se cerraron. Después de firmar un acuerdo con Irán, respaldado por las grandes potencias y el mundo entero, y de estar este andando, EE.UU. simplemente hizo trizas el documento firmado y lo tiró a la basura, cumpliendo así con las exigencias del lobby de Israel.

Con Rusia, EE.UU. tampoco puede hablar; menos ahora que está perdiendo la guerra en Ucrania.  Veamos el pasado. En el 2007, Putin, en la Conferencia de Seguridad de Múnich dejo claro que su país es independiente y que no iba a aceptar el unilateralismo, el control de un país sobre el mundo. En su presentación, el presidente de Rusia aclaró que la Carta de las Naciones Unidas se basa en el multilateralismo, y que debe ser respetada. Preguntó, aún en ese entonces, cuál era la intención de la expansión de la OTAN, más concretamente a la frontera de Rusia, a través de Ucrania y Georgia, que el gobierno de Bush, en ese entonces, planeaba. Si la OTAN es una organización para la defensa, creada para contrarrestar el Pacto de Varsovia, el cual había dejado de existir, cuál era entonces la finalidad de esta expansión, comprometiendo la seguridad de su país. Rusia no lo va a aceptar jamás, confirmó Putin. Con esto, Putin previno, en aquel 2007, el conflicto que se dio en 2022.

Lo interesante del video del discurso de Putin del 2007 (disponible en YouTube en español) es ver la delegación de EE.UU., que incluía a Robert Gates, secretario de Defensa de Bush, al senador John McCain y a Victoria Nuland, burlándose de las palabras del presidente de Rusia. En ese ese momento EE.UU. barajaba y repartía las cartas. Pero en mi tierra se acostumbra a decir, «quien ríe de ultimo, ríe mejor». Ahí estamos viendo el resultado en Ucrania. Victoria Nuland es hoy subsecretaria de Estado. Fue la promotora y coordinadora del golpe en Ucrania de 2014, que derribó el gobierno prorruso y provocó la reacción inmediata de Putin, retornando Crimea a Rusia.

Con China las relaciones son pésimas. El gobernador de California tuvo que viajar a Beijing, a solicitar personalmente a Xi Jinping que asistiera a la Conferencia de Países del Pacífico en San Francisco. El Presidente de China se excusaba para no tener un encuentro con Biden. Está cansado de las promesas incumplidas y del doble juego que se practica en lo referente a Taiwán. El objetivo de la política exterior de Biden sobre este tema es también hacer trizas los acuerdos firmados por Nixon, en 1974, donde se reconoce que existe una sola China y que Taiwán es parte integral de su territorio. No los hace trizas aún porque sabe que, al otro día, China invade la isla y EE.UU. no puede hacer nada al respecto, porque no tiene el poder militar para responder. Pero siguen las provocaciones, suministran armas a Taiwán, etcétera… ¿Qué buscan ? ¿Otro conflicto? ¿Otra derrota militar segura ? 

Conclusión: no hay más diplomacia en EE.UU. Biden, Bush, Dick Cheney o Victoria Nuland, como se puede ver, son todos de la misma línea. Estamos en manos de esta clase de gente, sin preparación y hasta ignorantes. Incapaces de entablar un diálogo honesto de alto nivel para ayudar a tener un mundo mejor, que está en proceso de construcción. Su visión es colonialista, la de un mundo que ya no existe y que no va a volver a existir. Por eso están siendo derrotados. 

El periódico de ayer

Por Leopoldo Villar Borda
Periodista

Hernando Santos solía repetir el célebre dicho de que no hay nada tan viejo como el periódico de ayer. Esta afirmación cobraba especial significado en los labios de uno de los periodistas más destacados de Colombia, que ocupó durante 18 años la dirección de El Tiempo después de ejercer durante casi cuatro décadas distintas posiciones en el diario hasta compartir con su hermano Enrique la jefatura de redacción por más de 25 años.

Aquella frase es un apotegma del periodismo en todas partes, pero en Colombia entraña especial sentido por la sucesión interminable de hechos escandalosos que se desplazan unos a otros con la velocidad del rayo, impiden concentrar la atención y despojan a las noticias de la capacidad de causar la sensación que cada una de ellas posee individualmente. Esta realidad, sumada a la aparición de las redes sociales, ha privado al periódico impreso del privilegio de ofrecer a sus lectores la chiva, la novedad de última hora, la noticia actualizada que durante muchos años fue su principal justificación. En su reemplazo el lector encuentra las notas de opinión, las crónicas y las entrevistas con las que el diario tradicional se defiende de la amenaza de ser irrelevante por viejo. Hace mucho que los periódicos dejaron de marcar la agenda noticiosa de manera que su contenido proporcionaba material a los medios de la radio y la televisión para producir sus propios programas noticiosos. 

Esta situación suscita varias reflexiones de fondo sobre la fugacidad de las noticias y de los propios hechos. Son innumerables los acontecimientos que un día preocuparon o fascinaron a toda la población, pero cuyo recuerdo se pierde en el mar de textos que reposan en los archivos periodísticos como cadáveres de cosas y hoy no significan nada. Este olvido tiene que ser motivo de frustración para quienes dieron testimonio de un hecho memorable en su momento y luego vieron que aquel acontecimiento no siguió despertando interés ni curiosidad, como si no hubiera ocurrido. Algo parecido, pero en un nivel más alto, deben experimentar los escritores que buscan encontrar sentido a la vida, conocerse e interpretar su entorno, con lo cual prestan a sus congéneres un servicio que no siempre es apreciado. Algunos podrán pensar que han perdido el tiempo, como el periodista cuya narración no tuvo eco suficiente; aunque de un libro no se podría decir que es inútil por ser viejo.

Estas consideraciones conducen a reflexionar sobre la relativa importancia de la escritura como medio de comunicación al compararla con la transmisión oral. Casi ninguno de los grandes exponentes de la sabiduría en la historia de la humanidad, como Sócrates, Confucio, Buda y Jesucristo, dejaron obra escrita. Por diversos motivos privilegiaron la palabra hablada como su medio favorito de expresión. Sócrates lo hizo porque deseaba que sus discípulos desarrollaran sus propias ideas. De Jesucristo se llegó a decir que no sabía leer ni escribir, aunque hay testimonio bíblico de que escribió una vez en la arena. En ambos casos, como en los de Buda y Confucio, fueron sus seguidores quienes pusieron sus enseñanzas por escrito. Gracias a esto hoy nos podemos beneficiar de ellas.

Lo irónico y trágico es que en la frenética sociedad moderna son muy pocos los que no viven abrumados por la catarata de información y desinformación que disparan los nuevos medios y no disponen del tiempo necesario para leer los libros que contienen enseñanzas e invitan a meditar sobre las cosas esenciales. Las noticias instantáneas y efímeras, verdaderas y falsas, han desplazado a los textos que alimentan la imaginación, ayudan a perfeccionar el lenguaje y construir nuevos conocimientos, favorecen la concentración y la empatía y ofrecen las mejores lecciones para la vida. Con mayor razón lo han hecho con el periódico de ayer.  

 

Algo más angustiante que el cambio climático

Por Juan Manuel López Caballero
Analista e Investigador

Procesos como el cambio climático o la lucha contra la pobreza o los problemas migratorios serán continuamente noticia porque no tienen momentos decisivos.

Estamos en cambio ante un hito que puede alterar la historia del mundo; o por lo menos es interesante que parece que así lo ven los votantes americanos.

En efecto, la polarización y los candidatos han llevado a que el debate electoral no gire alrededor de los temas ordinarios como los impuestos o la salud, la educación o el empleo, sino que lo que se le presenta al elector son temas como la posibilidad de una tercera guerra mundial, o de una guerra civil, o la amenaza de un gobierno que internamente acabaría con la democracia y que por lo mismo sustituiría la  defensa de ella por el ejercicio de una tiranía global. Esto –parece obvio–también debería ser parte de nuestras preocupaciones.

Ahora, lo que elegirán los americanos –o en buena parte lo que sienten que elegirán– es hasta dónde el estado de derecho es válido y defendible. 

Porque, por ejemplo, nunca se había puesto tan en entredicho la validez del sistema de justicia. Trump no se ha limitado a atacar y cuestionar a los operadores –fiscales y jueces–; nunca se había llegado al nivel de irrespeto, tanto por los pronunciamientos como hacia las personas mismas que los emiten.

En la práctica, escoger la opción Trump –como lo harían si lograra ganar– es reconocer que todo el sistema electoral pudo haber fallado; o que la administración de justicia es un instrumento del ejecutivo; o que el enfrentamiento político trasciende a las instituciones tal y como existen hoy. Es decir, en cualquier caso, que la estructura o modelo de democracia que ha regido a esa nación ya no se reconoce y que, en consecuencia, como lo promete Trump, puede desconocer el resultado que se llegue a dar si no lo favorece, o utilizar el abuso de poder para repetir en contra de las instancias que lo han «perseguido».

El dilema que resolverán estas elecciones –y son las opciones que se tramitan desde las primarias– no es simplemente cuál es menos peor de los dos candidatos (ya que ambos tienen rechazo según las encuestas), sino cuál va a ser el talante de los Estados Unidos líder en el escenario mundial.

Se compara incluso con la situación previa a la guerra civil americana, no solo en cuanto incidirá en la geopolítica, sino en la medida en que el enfrentamiento entonces era igualmente radical alrededor de la naturaleza del Estado que deseaba cada una de las partes, Unión o Confederación (así estuvieran de por medio temas como la esclavitud o la vocación agrícola o industrial de cada parte).

Lo que caracteriza en buena medida los comicios americanos es también de naturaleza geográfica (como entonces Norte y Sur). En el interior los ciudadanos viven en función del mundo inmediato que los rodea, su sentido de pertenencia es respecto a su propio Estado, no contextualizan temas internacionales y hasta cierto punto el régimen federal también les es lejano. Votan más en función de las medidas que los afectan, más que de políticas de Estado, y en gran parte según sus creencias religiosas. Creen verdaderamente que Estados Unidos es el bueno del paseo, y que lo que no coincida con lo que su país defiende es porque es enemigo del bien que ellos representan.

Por eso, para ese conservadurismo del ciudadano medio estadunidense, Trump encarna el liderazgo que se les ha vendido como el «destino manifiesto» como nación.

Eso que han aplicado a su visión del mundo los lleva a aplicarlo internamente en la escogencia que les toca hacer: por encima de cualquier ética y respeto hacia cualquier valor, se debe imponer la convicción propia. Por eso en las encuestas casi una tercera parte de los ciudadanos están de acuerdo con la frase de «un verdadero patriota americano debe acudir a la violencia para defender nuestro pais», entendiéndose esto como afirmación válida tanto para quienes piensan que peligra su sistema democrático (argumento de Biden y su partido) como para aquellos a los que se les ha vendido la idea que eso es lo que ha sucedido en contra de Trump; y válido también para la visión internacional trumpiana del MAGA (volver a América grande de nuevo) o la función de paradigma y defensor del sistema democrático como lo entende Biden.

Al resto del mundo –diría que entre nosotros a la inmensa mayoría– nos parece insólito que Trump pueda ser candidato con todo en lo que van los procesos jurídicos que se adelantan en su contra. Pero lo que resulta aún más incomprensible es que pueda ser elegido y, eventualmente, gobernar desde la cárcel e incluso decretarse él mismo el perdón judicial.  

 

¿De dónde vienen las emociones?

Por Santiago Londoño Uribe
Abogado; magister en Derecho Internacional

Empezó el semestre escolar y eso, para los padres de familia de niños y niñas, quiere decir que nos metemos de nuevo en el contexto de la «política de la clase», el mapa cambiante de las alianzas de recreo y los dramas profundos de la amistad. Ya lo he dicho en otras columnas, para mí ser padre ha sido una aventura retadora y hermosa y una disculpa para meterme a reflexionar en los más variados temas. Confieso, creo que como cualquier papá, que en ocasiones me siento perdido y, ante ciertas situaciones que afectan a mi hija de 10 años, impotente. 

La semana pasada y luego de que nuestra hija nos pidiera, implorara, que dejáramos de hablar sobre cierta situación porque «¡tengo demasiadas emociones juntas y no puedo más!» me quedé pensando en el tema de las emociones. ¿Qué son? ¿Dónde nacen? ¿Para qué sirven? ¿Estamos a merced de ellas? ¿Qué tan controlables son? Hablamos muy a la ligera sobre las emociones. Decimos, por ejemplo, que fulano o sutana nos hacen sentir esta emoción o que esa situación es muy emocionante. Cuando buscamos el lugar de las emociones muchas veces señalamos la zona abdominal y es normal que digamos que tenemos emociones encontradas. 

El tema ha sido tratado de muchas maneras a través de los tiempos por filósofos, poetas, novelistas, científicos, místicos, profetas. Las emociones son rasgo, equipaje, expresión e inspiración. La neurociencia es uno de los campos que más han avanzado en los últimos años en el estudio de las emociones, debido a nuevas tecnologías y a descubrimientos en los campos de la medicina y la bioquímica. Hoy, entendemos mucho mejor el sistema nervioso y su capacidad de producir y regular emociones, pensamientos y funciones básicas y avanzadas del cuerpo. 

Uno de los descubrimientos más apasionantes en el campo mencionado es aquel que afirma que nuestro cerebro, más que un simple intérprete de la realidad, es un gran contador de historias y un creador de realidades. La psicóloga cognitiva y experta en neurociencia Lisa Feldman Barret publicó en 2017 un libro llamado Cómo se construyen las emociones. La vida secreta del cerebro. En él, y a partir de múltiples experimentos, la investigadora concluye que el cerebro es, ante todo y por las exigencias de millones de años de evolución, un órgano de anticipación. Nuestro cerebro recibe información de millones de sensores sobre lo que pasa en nuestro cuerpo y en el contexto que nos rodea y con esa información(siempre limitada), y en milisegundos, intenta adelantarse a los acontecimientos. Este proceso sigue siendo un resultado directo de la necesidad de sobrevivir en ambientes complejos con poco acceso a alimento y múltiples amenazas. 

Las emociones, afirma Feldman, no son lo que nos pasa ni lo que llega de afuera, ni se nos imponen de ninguna forma. Las emociones son ilusiones creadas por el cerebro para preparar una respuesta ante la información que llega. La respuesta, y por eso hablamos de que el cerebro anticipa o predice, se da a partir de lo que el cerebro ha hecho antes en situaciones similares, es decir, de la experiencia. Porque es peligroso (por lento) y porque consume mucha energía, el cerebro no puede analizar tranquilamente cada situación que enfrentamos o cada decisión que tomamos. El cerebro aprende y luego aplica. Las emociones, entonces, son la proyección aprendida por el cerebro ante condiciones externas. 

La conclusión de la psicóloga es que, como las emociones son proyecciones aprendidas sobre el mundo que nos rodea, el cerebro tiene toda la capacidad de aprender otras proyecciones; es decir, de plantearnos emociones diferentes. No estamos condenados a ninguna mezcla de emociones y somos los únicos responsables, nuestro cerebro lo es, de la existencia de las emociones que vivimos. 

Nuestro cerebro acumula experiencias y aprende. Esos aprendizajes marcan la manera como surgen las emociones. Aprender nuevos temas, vivir nuevas situaciones, compartir con personas diferentes. Todos las anteriores son formas de incidir en las experiencias del cerebro y, por ende, en los cuentos que nosotros mismos nos echamos y sobre los cuales actuamos. 

Pienso nuevamente en mi hija, en las experiencias que acumula y en cómo su cerebro anticipa. Pienso en las emociones que en ocasiones la abruman. Como cualquier papá quiero evitarle emociones tristes, pero tengo claro que nadie vive por otro y que mis propias experiencias, errores y aciertos no se pueden, afortunadamente, trasladar. La vida, finalmente, es ir acumulando experiencias y relaciones para enseñarnos, con apoyo y compañía, a contar mejores historias acompañadas de emociones plácidas (en línea con Mauricio García Villegas). 

***

Hablando de emociones, ¡Un Pasquín ha llegado a la mayoría de edad! 18 años de independencia y buenas letras. Gracias, Vladdo, por el esfuerzo; por mantener vivo este espacio y por permitirnos a muchos compartir y aprender.   

*Abogado; magister en Derecho Internacional.